Pequeña:
Para cantar tu pelo,
Aprendí la leyenda
Del sol que siendo niño se extravió en un trigal.
Para cantar tus ojos,
Me enseñaron la historia
De la primer mañana que se bañó en el mar.
Para cantar tus labios,
Estudié el meridiano
Que pasa por el beso, la fresa y el panal.
Para cantar tu risa,
Subí con mi poema
Peldaño por peldaño la escala musical.
Para cantar tus senos,
Imaginé la forma
De redondear dos veces la misma castidad.
Quise cantar ‘el yunque
Donde folias la vida’
Y todos mis sentidos llegaron a cantar.
Entonces me di cuenta
De que el poema estaba
En el límite exacto del pecado mortal.
No me quejo de nada. No reprocho al destino
Que me hubiera quitado mi rayito de sol
Si a pesar de quererte seguí solo el camino
Añadir un comentario