Bajo un cielo de estrellas estuve paseando,
En una sucesión de ciudades desconocidas de neón,
Con mi compañero, el espíritu de la desolación,
Quien corriendo a mi alrededor y sermonizando
Me dijo que yo no era necesario, por si no yo, entonces alguien más
Estaría caminando aquí, tratando de comprender su edad.
Si hubiera muerto hace tiempos, nada hubiera cambiado.
Las mismas estrellas, ciudades y países
Serían vistos con otros ojos
El mundo y sus trabajos continuarían como de costumbre.
Por el amor de Cristo, apártese de mi.
Usted ya me ha atormentado suficiente, dije.
No es a mi a quien corresponde juzgar el llamado de los hombres.
Y mis méritos, si alguno existiere, no los conoceré de todas formas.
Versión de Rafael Díaz Borbón
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