Colgádme al pecho, después que muera,
mi verde escudo en un relicario;
cubridme todo con el sudario,
con el sudario de tres colores de mi bandera.
Sentada y triste habrá una Quimera
sobre mi túmulo funerario…
será un espíritu solitario
en larga espera, en larga espera, en larga espera…
Llegará un día tumultuario
y la Quimera, en el silenciario
sepulcro erguida, lanzará un grito…
¡Buscaré entonces entre mis huesos mi relicario!
¡Me alzaré entonces con la bandera de mi sudario
a desplegarla sobre los mundos desde las cumbres del infinito!
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