Un perro camina hacia mí,
lento y hambriento.
Camina receloso y cabizbajo,
clava sus ojos sobre mi miedo
y comienza a olerme de norte a sur,
de mi infancia
a mi presente.
Mueve su hocico frenéticamente
como si pretendiese
extraerme el aroma
o arrancarme el alma.
Me muestra sus dientes,
su rabia,
su violencia.
Me deja temblando y se va.
Como la vida.
Comentarios sobre el poema
Podrías colocar uno que empezaba -si no recuerdo mal- asi: No ansíes ser la noche, por que el bacón abierto , no contiene, bien lo sabes, la boda inutil, ni pan de miel, ni luna luna. Me agradaría mucísimo poderlo tener, lo perdí, como tantas otras cosas. Gracias un abrazo.
Antonio Fco. González Arroyo.