Un perro camina hacia mí,
lento y hambriento.
Camina receloso y cabizbajo,
clava sus ojos sobre mi miedo
y comienza a olerme de norte a sur,
de mi infancia
a mi presente.
Mueve su hocico frenéticamente
como si pretendiese
extraerme el aroma
o arrancarme el alma.
Me muestra sus dientes,
su rabia,
su violencia.
Me deja temblando y se va.
Como la vida.
Podrías colocar uno que empezaba -si no recuerdo mal- asi: No ansíes ser la noche, por que el bacón abierto , no contiene, bien lo sabes, la boda inutil, ni pan de miel, ni luna luna. Me agradaría mucísimo poderlo tener, lo perdí, como tantas otras cosas. Gracias un abrazo.