Yo descubrí tu boca, yo te puse
en la boca mis uvas torrenciales,
y con los pasos de mis animales
una marcha enlutada te compuse.
El color que más amo y más te luce
es el ebrio color de los parrales,
porque desencadena mis metales
y a tus grietas profundas me conduce.
De catafalcos y leopardos míos
están llenos tus bosques y tus ríos,
leñadora, desnuda, navegable.
Sobre tu cuerpo pálido me inclino
y oigo correr tu sangre, como vino,
en medio de la noche interminable.
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