Hojas de inciertos chopos el nevado
Cabello, oirá el Genil tu dulce avena,
Sin invidiar al Dauro en poca arena
Mucho oro de sus piedras mal limado;
Y del leño vocal solicitado,
Perdonará no el mármol a su vena
Ocioso, mas la siempre orilla amena
Canoro ceñirá muro animado.
Camina, pues, oh tú, Anfión segundo,
Si culto no, revocador süave
Aun de los moradores del profundo;
Que el Betis hoy, que en menos gruta cabe,
Urna suya los términos del mundo
Lagrimoso hará en tu ausencia grave.
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