La humanidad ha quedado vacante. Un mortal aspira
un último soplo de vida
(la vaciedad quimera su certeza
hechiza los artefactos que integran la esencia de su materia).
Nada es ulterior ni siquiera perenne bajo su razón
una mezcla de argumentos de cosas que pasan y cimentan este asombro
con atavíos y pendones
en un fragmento de territorio hostil donde yace
donde reposa donde convalecen sus huesos fríos
Los esqueletos tienen todo la muerte por delante
las osamentas trasponen la travesía de las sombras para abismarse
en el cese de toda energía (cada uno en su heroísmo)
La mochila obscurecida y estéril
siempre preparada para alguna nueva escaramuza
Es sólo un pensamiento que emergió de su cerebro alguna vez
¿En qué lugar nos encontraremos entonces donde no haya repugnancia
para que sepan de mi preñez de loba?
El silencio después de una guerra perdida
es parte del relato del mitómano redundante:
fábula que vence finalmente al adversario
y delira ante la unidad de los sentidos de alguien
que alguno recibe un lanzazo y allí queda tendido boca abajo.
El drama continúa en el mismo escenario y es inmemorial:
la humanidad ha quedado vacante un mortal aspira
un último soplo de vida