A Pedro Gil
En un rincón discreto del parque legendario
sus muros que recubren viejas enredaderas
alza el baño, al través de las brumas ligeras
que suben de la tierra como de un incensario.
Dentro de la vacía piscina un solitario
sauce va dejando caer sus postrimeras
hojas. mientras los sapos desde sus madrigueras
gargarizan las notas de un vibrante rosario.
Dentro de la vacía piscina un solitario
sauce va dejando caer sus postrimeras
hojas, mientras los sapos desde sus madrigueras
gargarizan las notas de un vibrante rosario.
Flota en aquel recinto misterioso el ensueño
de las blancas mujeres que con reír sonoro
se hundieron en el agua de la piscina aquella.
Todo habla de caricias, y hasta un rayo risueño
del sol poniente, vuela como un beso de oro
que buscara una boca para posarse en ella.