Ahí estás, toda sola,
abandonada
a tu pobre armazón,
a tu mentida hechura.
Ya lo ves, no estás
como eras entonces…
Por todo lo cual, a veces
te ves andando, a veces
soñando, tal vez
sonriendo cuando alguien
te piede contestar
a vacías preguntas.
Todavía
no llega
la palabra
que caiga clara sobre tus sentidos.
No llega
no aparece
la voz que amas,
la voz que hace tanto tiempo estás esperando.
Habrá que continuar,
y que seguir viviendo,
cocinando sin hambre,
trabajando sin fe,
continuar siendo
como un árbol en otoño
que pide a gritos le cubran de hojas
el esqueleto de sus ramas.
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