Del vasto territorio del insomnio,
de su ilímite páramo de sombra,
traigo hilachas de ausencia entre los labios,
una huella que me hurta y que te nombra.
¿Qué distancias de fiebre y desvarío
por las estribaciones de la aurora
recorro suplicante, pierdo, ansío
destejiendo la trama de las horas?
Cuando estoy por tocarte es ya un vacío
la llama de tu voz. Como las hojas
de un vendaval atónito y tardío
tu fantasma mi sueño desaloja.
Me sorprende el lucero soberano
creando tu caricia con mis manos.
Añadir un comentario