A José María Valverde
He tocado estos límites, los he masticado,
los he digerido (mal, desde luego),
los he trasmutado en días enormes y pequeños,
los he mandado a la luna de ida y vuelta,
los he dejado en Venus una tarde,
me he vestido con ellos para festejar mis bodas,
los he visto arder en la ceniza,
los he llenado de flores e improperios,
los he confundido con el patio de mi casa,
me han atendido como sirvientes,
médicos, psicólogos y sepultureros,
los he oído recitar sus poesías,
los he llevado como bastón, como amuleto,
como título de propiedad, como esperanza,
se han puesto a discutir con los vecinos
y desde luego con las nubes y los gatos,
los he sacado a puntapiés y me han abierto
las puertas del crepúsculo llorando,
se han llenado de rabia y de deseo,
se han puesto a recordar en la azotea,
juntos oímos música y leemos,
juntos sufrimos, nacemos y cantamos,
sus ojos borrarán estas palabras.