Volví a estremecer mis entrañas. Era la hora de la
estrella, la hora en que llegarías a mi vida, desde un
barco peregrino cargado de deseos.
Era la hora y así llegaste, acariciándome el corazón con
el milagro de un latido, que se llenó de asombro con mis
sueños.
Volví a estremecer mis entrañas y en mi vientre creció tu
amor prisionero, era la hora de la estrella, la hora en que
llegarías a mi vida desatando la luz en la sonrisa de los
cielos.
Era la hora de volar y posarte sobre mis alas, para
dejarte ir en los ríos del viento y encontrar mis huellas en
universos de flores y campos sonoros.
Para jugar a ser noche, cielo y sol. Para bañarte de luz y
aprender palabras entre hojas.
Para conocer mi voz y sentirte mi dueño, bebiendo los
colores como vino de lluvia.
Era la hora y así llegaste, amor silencioso que se
perpetúa fundiendo sus ansias en las mías. Anclado en
mi puerto con la eternidad del agua y el recuerdo.
Niño de viento de Yanira Soundy
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