A Vivian, en su ciudad
Un negro viejo lustra sus botas en el sillón del Hotel Plaza
y sabe que la ciudad yace
en esas botas.
Los turistas activan sus cámaras fotográficas
para recoger la imagen del caminante
urbano de La Habana
quien sonríe con un aire desdentado
que huele a la chaveta
con la que trabajó la hoja de tabaco
durante toda su vida.
Ahora
la silla del limpiabotas
es su más celoso placer
la confianza de los paseantes
amigos de ‘allá afuera’
donde otros ciudadanos
en ciudades que él no ha visto
exhiben de mil maneras
sus orígenes.
Hoy por hoy
el negro Felipe
lustra sus botas en el sillón del Plaza
y se contenta.
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