Idioma vencido de tus labios:
palabras muertas de nieve
brotan, como almendra antigua,
amenazada de males, de albas,
de murmullos.
Y la roca, y la arcilla, sin alas
se aferran al aluvión, huyen del viento
y funden su soledad en la extraña máscara:
rasgos fijos del amante en la edad, imprecisa
y sin tiempo, de la amada.
Fuente alerta, estrella detrás
de la mañana,
tu cuerpo se impacienta sin tormentas
y sin nadie.
Arco de sol y hierba mordida porque
las cenizas del vencedor
urgen la agonía de la flor tenaz.
Fardo de placer, que nunca soporta
te vence, con su peso, en la noche:
el canto se acumula en tus silencios,
y un torrente habita e impacienta
tus surcos cavilosos.
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