Canto 10
Victoria, sí, sentido sobre la razón,
madre de instinto, ser de mis espacios,
fin de todos los tiempos y principio
de todo lo que crece, nada y vuela,
germen del fuego y de la música,
memoria inamovible de la luz.
Cuanto hay de cierto nace de tu risa;
la esperanza son tus ojos,
mientras el futuro duerme, tibiamente acariciado,
entre tus manos.
La otra vida eres tú,
la que se construye de sueños, la real desencadenada
que viene del fondo de lo humano y a él retorna,
amorosa; raíz de la especie luchando contra la sangre inútil,
dulzura frágil del amor que se repliega
cuando la bestia anda cerca.
Habré de protegerte, amada,
ahora que es tiempo de ladrones.
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