«Añicos de corazón por tierra gritando:
recogednos, ya es hora»
Juan Larrea
La tristeza con que te amo tiene un ritmo que no construye lo que te dosifica
e inmuniza sobre sueños de hamaca
Perpleja como esquina peligrosa y como si esperara temiera adivinara y
empezara otra vez a suspirar cuando ya no es hora
El caso es que no tengo ni la menor sospecha de evasión a tu costa por los
alrededores y pasillos asiduos de una herida prohibida
El caso es que suspiro de no poder abrir la senda y el color del precipicio
la maleza de tu voz y desmayo de un párpado atractivo
Silencio los achaques de mi experiencia nueva desde el profundo malestar
de un hado que no tiene ya fuerzas para triunfar contigo plenamente
La tristeza con que te amo no se escapa a la noche y su estirón de altura
no duerme en tus rodillas plegadas junto al fuego
Tendría que ahuyentar las dudas atmosféricas y echar mano de ti para mi
agregación al cuarzo y otras límpidas sonrisas minerales
Tendría que agotar la conjetura frágil que espía el nacimiento de tus ojos
y tus labios cantando de oreja transparente y piedrecillas sueltas
El caso es que te amo sin memoria pero con ave-fénix de tus piernas desnudas
que afirman su juventud curiosa y estudiante a cada salto
Tu futuro amueblado con ternura de amante y vocación de idilio de Rut la Moabita
se aleja entre pisadas y resaca fatal de mis lecturas rusas
Pero tu aguja enhebra el helio y el hidrógeno de una estrella naciente donde aprende
a ocupar su lugar en el verso la tristeza con que te amo