De «Brumas y hogueras» de Carl Sandburg

Amapolas

A ella le encantan las amapolas rojo sangre para caminar
por el jardín.
Con un vestido blanco, holgado, camina
y una niña nueva tira de los tendones de su cuerpo.
La cabeza vuelta al oeste cuando atardece, cuando repta
el rocío,
un estremecimiento de alborozo le recorre los huesos y
las fibras del torso:
le encantan las amapolas rojo sangre para caminar por
el jardín.

Versión de Miguel Martínez-Lage

* * *

Bruma perla

Ahora, abre la puerta:
súbete los cuellos del abrigo
para caminar en la cambiante pañoleta de la neblina.

Cuéntale tus pecados a la bruma perla
y aprende al menos esta vez cómo se ahonda la noche
extraña como lo que se dice a medias.
Acecha en los ojos de ratón de una mujer sabia.

Si, cuéntale tus pecados
y aprende cuán poco importan a la bruma perla
las leyes que hayas quebrantado.

Versión de Miguel Martínez-Lage

* * *

Dos

Tu recuerdo es… la lanzada azul de una flor.
no me acuerdo de cómo se llama.
A lo largo de una enhiesta amapola que gotea hay fuego
y seda.
Y te cubren.

Versión de Miguel Martínez-Lage

* * *

La camisa

Recuerdo que una vez fui corriendo tras de ti y te agarré
por el faldón de la camisa, que ondeaba al viento.
Una vez, pero hace ya muchos días de esto, me bebí un vaso
entero de no me acuerdo qué y tu imagen retembló
hasta posarse sobre la superficie del líquido.
Y de nuevo sólo a ti llegué a oír en la voz cantarina de una
mujer que algo tarareaba al desgaire.
Una noche, sentado con los camaradas en redor de las
rojas ascuas de la hoguera, contando historias en
una lengua cuya hechura hablaba por sí sola ante
un manto de blancas estrellas:
eras tú la que se escabullía reidora
en la torpeza de las sombras tambaleantes.
Truncas respuestas del recuerdo me hacen saber que estás
viva, con el rostro de un espectro que se asoma
tras algún umbral, en algún lugar, en medio de la
pujanza y la furia de la ciudad
O bajo una masa de musgo y hojas secas, en silencio, a la
espera, bajo los brazos nudosos del roble, lista
como nunca para echar a correr en cuanto te
agarre por esa tu camisa ondeante.

Versión de Miguel Martínez-Lage

* * *

Monotonía

Es hermosa la monotonía de la lluvia,
y el súbito recrudecerse y lento escampar
de la lluvia larga y multitudinaria.

Es hermoso el sol en los montes,
o un atardecer capturado y arrojado al mar,
con sus estandartes de oro y fuego.

Es hermoso un rostro que conozco…
con el oro y el fuego del cielo y el mar
y la paz de la lluvia larga y cálida.

Versión de Miguel Martínez-Lage

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